QUÉ PRISA LLEVA EL ALMA HUMANA POR MORIR
Velocidad vertiginosa cayendo sobre nosotros
librándonos de la paz, del sosiego placentero
Y del silencio acompasado de los días.
Pero ¡Qué deprisa va sucediendo el milagro!
Sí, el de alejarnos y huir.
Desplegada amnesia atrofiando
Nuestro ser.
Pero ¿Qué somos?
Inmundas cadenas sometidas,
Descarriadas;
Doblegadas ante la autoridad del regidor,
-Reverso de la justicia, moralista de la sinrazón-
Discretos balidos apenas audibles,
Sonidos metálicos que nuestro aliento esboza,
Distorsionados;
Miradas, que sin visión circundan
El corazón cabizbajo.
¡Yo no quiero contagiarme!
Y lo grito.
Echando un pulso a la imaginación
Evado mi alma amada,
De ese reguero oxidado,
Que allá en su herrumbre se alberga.
Y lo quebranto.
Pero ¡Qué prisa lleva el alma humana
Viviendo, para lentamente, morir!
(De un alma viva)
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